miércoles, 13 de agosto de 2014

La empresa familiar para el joven. ¿ Etapa , meta o condena ?

La empresa familiar para el joven.
¿ Etapa , meta o condena ?

Psic. Wildo Perdomo
Terapeuta Familiar Sistémico
Consultor de Empresas Familiares

¿La empresa se debe a la familia, o la familia se debe a la empresa?

La mayor parte de los artículos, libros, talleres, conferencias sobre la Empresa Familiar, versa entre otros temas sobre la necesidad de cautelar el inestable equilibrio entre familia y empresa, vital para la supervivencia de la empresa familiar.

Desde esta perspectiva es ineludible la consideración de la simultánea evolución de la empresa y de la familia,  que si bien transcurren en forma independiente, sus respectivos crecimientos pueden afectar la eficiencia y eficacia de la gestión de la Empresa Familiar, en la medida en que se va desarrollando una estructura que atienda a las necesidades de una y otra. Y como suele ocurrir que la familia tiene un índice de crecimiento mayor que la empresa, existe una fuerte tendencia a controlar la amenaza de dicho desequilibrio recurriendo a la regulación del ingreso de los integrantes de la familia a la empresa.

Los jóvenes ante la Empresa Familiar

Esta perspectiva nos introduce a la consideración de otro equilibrio: por un lado las expectativas familiares de contar con el esfuerzo comprometido de todos sus integrantes, y por otro lado las expectativas de sus miembros jóvenes, en edad de definir sus preferencias vocacionales y ocupacionales. Se juegan en la dinámica de este equilibrio tanto el éxito de la gestión de la empresa, como la satisfacción y desarrollo personal de los jóvenes pertenecientes a familias empresarias.

En tiempos pretéritos, en que las familias cumplían fundamentalmente una función de reproducción y supervivencia, y constituían una unidad productiva, no existían prácticamente dudas al respecto: a cada uno le correspondía un rol y una tarea, acorde a su género y edad, establecidos por los usos y costumbres de la época, bajo el mandato del "pater familias", o quien hiciera sus veces.

El nuevo marco de referencia

Actualmente nos encontramos con un panorama completamente diferente: se reconocen los derechos de la mujer, de los niños y adolescentes, y se suceden por oleadas las nuevas pautas culturales, con fuerte impacto en valores, modelos y creencias, que determinan asimismo actitudes y comportamientos.

En este nuevo y cambiante marco, que se ha dado en llamar "Posmodernismo", incide fuertemente el impacto de las tecnologías de la información, y una globalización que desborda fronteras difundiendo efectos económicos y culturales, con un nuevo papel de los medios como creadores de realidades y valores. A nivel individual, se manifiesta la impronta de una mezcla de pragmatismo, hedonismo e individualismo, que se corresponde con una vivencia de libertad ilimitada de opciones.

Mirando desde el lado de los jóvenes

Posicionándonos del lado de los jóvenes que hoy deben responder al desafío de incorporarse a la empresa familiar, es oportuno explorar algunas consideraciones sobre los riesgos y las  oportunidades que conlleva dicha decisión.

La condena

Como punto inicial, el proceso de motivación que determina básicamente cualquier toma de decisión suele iniciarse por una tensión fruto de una necesidad insatisfecha, que impulsa un comportamiento en la búsqueda de la reducción de la tensión. Si la necesidad apunta a un proceso de diferenciación y emancipación del joven, para lo cual necesita obtener sus propios ingresos, pueden caer, tanto el joven como los responsables adultos de la Empresa Familiar, en la trampa de intentar satisfacer esta necesidad de autonomía en el marco de una nueva dependencia, si el "contrato psicológico" estableciera para el joven la obligación de comprometerse con la empresa familiar, como forma de compensar todo lo recibido durante su vida, y para el adulto la posibilidad de contar con mano de obra confiable y a buen precio.

 Como resultado de esta trampa, puede obtenerse por parte del joven la vivencia de una "condena" sin definición de tiempo,  de la que no puede zafar so pena  de ser considerado o considerarse a sí mismo un ingrato o malagradecido. Por parte del adulto, la constatación de la falta de entusiasmo puede generar vivencias de desilusión, generadoras de reproches que pueden agravar la situación e incluso afectar el vínculo.

La etapa

Si el ámbito familiar, además de vehiculizar valores, modelos, creencias y expectativas respecto de la elección vocacional-ocupacional, permite el suficiente espacio para una elección libre, y el joven pueda sentirse habilitado para una elección diferente sin culpa en un contexto socio-cultural con toda la multiplicidad de alternativas,  es dable que el joven pueda aprovechar un período de transición con una experiencia laboral en la empresa familiar, que no comprometa su futuro y no oficie como impedimento para el libre desarrollo de su vocación. Si además tiene el "permiso" a equivocarse y explorar nuevas alternativas, puede incluso volver a incorporarse a la empresa familiar con el valioso aporte de su experiencia en otros ámbitos, circunstancia que muchas empresas familiares fomentan e incluso ponen como condición para la incorporación a la empresa familiar.

La meta

Las Empresas Familiares se han diferenciado siempre por  la fortaleza de sus valores, y una "imagen de marca", muchas veces sustentada por su propio apellido. Esta marca para el mercado, es para la interna de la familia un importante factor de identidad, fuente de orgullo y legítima autoestima. El joven que ya ha tenido una experiencia directa (cuanto más rica mejor) con el contexto socio-cultural,  estará en condiciones de valorar la importancia de ese "legado" que trasciende generaciones, y que  podrá constituir el ámbito de su elección para desarrollarse como persona, a la vez que cumple con el rol de preservar ese patrimonio, y responsabilizarse por trasmitirlo a las siguientes generaciones. Ello requerirá por parte de los adultos responsables el ir incorporando al joven a las actividades de la empresa familiar, no solamente como mano de obra barata y confiable, sino como preparación para quien deberá algún día, proceso de transición mediante, hacerse cargo de un rol, e incluso de su dirección . Las empresas que han logrado sobrevivir más allá de la tercera generación, han desarrollado programas y procedimientos específicos para esta preparación, estableciendo metas y generando expectativas claras para todos los involucrados.


Una (o las necesarias) conversaciones abiertas acerca de la definición de un proyecto de vida, pueden habilitar a tiempo al joven para expresar sus intereses y necesidades, con la seguridad de ser comprendido, y a su vez poder comprender y valorar el contexto de la Empresa Familiar como una formidable oportunidad para elegirla. O no.

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